Transformaciones que dejó el proceso imperialista del
S XIX.
Hobsbawm. “La era del Imperio”. Los estados que lo practicaron pretendían la
conquista sistemática de la mayor cantidad posible de territorios con el
objetivo de alcanzar el rango de potencias mundiales. No buscaban tanto la
transformación cultural de estas zonas como su control económico, político y
militar.
Pero el factor fundamental de la situación
económica general era el hecho de que una serie de economías desarrolladas
experimentaban de forma simultánea la misma necesidad de encontrar nuevos
mercados. Cuando eran lo suficientemente fuertes, su ideal era el de «la puerta
abierta» en los mercados del mundo subdesarrollado; pero cuando carecían de la
fuerza necesaria, intentaban conseguir territorios cuya propiedad situara a las
empresas nacionales en una posición de monopolio o, cuando menos, les diera una
ventaja sustancial. La consecuencia lógica fue el reparto de las zonas no
ocupadas del tercer mundo.
Desde este prisma, «el imperialismo» era
la consecuencia natural de una economía internacional basada en la rivalidad de
varias economías industriales competidoras, hecho al que se sumaban las
presiones económicas de los años 1880.
Estos acontecimientos no cambiaron la
forma y las características de los países industrializados o en proceso de
industrialización, aunque crearon nuevas ramas de grandes negocios. Pero
transformaron el resto del mundo, en la medida en que lo convirtieron en un
complejo de territorios coloniales y semi coloniales que progresivamente se
convirtieron en productores especializados de uno o dos productos básicos para
exportarlos al mercado mundial, de cuya fortuna dependían por completo.
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